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viernes, 10 de mayo de 2013

Eslavonia: paseando entre el Sava y el Danubio

Tenía otro artículo en mente para publicar hoy, pero como esta semana vi en la tele Las Flores de Harrison, sentí que debía escribir sobre Eslavonia. Los que hayáis leído Ja sam lektor previamente, este artículo es una especie de corta, pega y colorea de este otro.

Eslavonia

De la misma manera que Eslovaquia no es Eslovenia, Eslovenia no es lo mismo que Eslavonia. Eslavonia es una región (o más bien deberíamos decir rincón) en el límite oriental de Croacia. Cuenta con una superficie similar a la provincia de Guadalajara y unos 800.000 habitantes. Limita al norte con Hungría, al este con Serbia y al sur con el ente difícilmente descriptible de la República Sprska de BiH. 

Eslavonia es parte de la Llanura Panónica y es llana-llana-llana. Quienes la conocen bien dicen que la montaña más alta de la región es una berza. Y éste símil no es casual, pues Eslavonia es una región eminentemente agrícola que produce las hortalizas que invaden los mercados zagrebíes a diario. Pero si hay algo por lo que es famosa la región son los productos porcinos: kulen (una especie de chorizo), jamón curado... y también platos húngaros como el gulash.

Todo esto es rematado con un paisaje tranquilo, verde y llano, regado con las sosegadas aguas del Danubio y Sava que solo son interrumpidas de vez en cuando por las barcazas que surcan sus aguas rebosantes de tranquilidad... aún a pesar de la turbia historia que las ha rodeado recientemente.

Río Sava a su paso por Slavonski Brod

Slavonski Brod

En la orilla norte del río Sava se encuentra Slavonski Brod, que significa el vado de Eslavonia. Al otro lado del río se encuentra su equivalente bosnio: Bosanski Brod. En sus tiempos de esplendor (hacia el barroco), esta ciudad era el puerto más importante del Sava y todavía sigue siendo un lugar eminentemente industrial. Debido a su situación fronteriza entre los antiguos imperios Austro-Húngaro y Otomano, los austrohúngaros protegieron la ciudad con una fortaleza. 


Datoteka:Tlocrt tvrđave Brod 18. st.jpg



La fortaleza barroca sigue el diseño de forma de estrella tan característico entre las fortalezas del siglo XVIII, que ayudaba a protegerse más eficazmente contra las nuevas armas de artillería. 

La ciudadela fue una (sino la más) de las más grandes construcciones del Imperio Austro-Húngaro para defender sus fronteras. La complejidad y coste de su obra es comparable al relativamente desconocido Real Fuerte de la Concepción, en la provincia de Salamanca, si bien, su estado de conservación no es tan bueno. La humedad y el fértil suelo de Slavonski han provocado que la vegetación haya ido desdibujando sus baluartes, en ocasiones pudiéndose confundir con inesperadas colinas en mitad de Eslavonia. En las fotos adjuntas a este artículo podéis ver el actual estado de abandono.








La ciudad, si bien pequeña, es un lugar agradable para disfrutar de una tarde paseando por sus calles y viendo algunos ejemplos de arquitectura barroca como su monasterio franciscano. Una buena idea es sentarse en la plaza principal (nombrada como la escritora Ivana Brlić-Mažuranić) y disfrutar de un buen café con vistas al Sava antes de continuar nuestro camino hacia el este. Una buena broma puede ser, si vais a Mala Kavana (una pequeña cafetería de la plaza), pedir un café con hielo (seguramente tendréis que explicar el proceso: una taza con café, otra con hielo) y la graciosa camarera os observará y se reirá por la ocurrencia de tomar café frío. 



Trg Ivane Brlić-Mažuranić
A los niños muertos en la Guerra de Croacia
Señales de tiros en una cafetería



















Osijek


A orillas del Danubio, y en la frontera con Serbia se encuentra la ciudad más importante de Eslavonia: Osijek. La ciudad fue fundada en tiempos del emperador hispano Adriano como Mursa Maior allá por el siglo II, pero posteriormente fue re-nombrada durante las subsiguientes invasiones: Ösek por los turcos, Eszék por los húngaros y Esseg por los austriacos. 

Una de las curiosidades de Osijek es la completa separación del barrio viejo con el resto de la ciudad. No puedo presumir de conocer la ciudad demasiado bien, pero me dio la impresión de no tener un centro claramente marcado... De haberlo quizás se situaría en torno a la plaza de Ante Starčević, donde se está la concatedral... (disculpad, pero las fotos que tengo no son muy buenas así que prefiero no subir ninguna).


Actual universidad, en la plaza de la Trinidad
La ciudad antigua es una plaza militar con baluartes estrellados junto al Danubio. Se desarrolla alrededor de la plaza de la Santísima Trinidad (Trg Svetog Trojstva), tiene plano ortogonal y está completamente rodeado de parques que lo separan del resto de la ciudad. Es el mayor conjunto de edificios barrocos de Croacia, si bien son menos recargados de lo que los españoles estamos acostumbrados.




Osijek, en todo caso, nos asegura un paseo tranquilo por sus calles -durante nuestra visita, completamente desiertas- y muy recomendable es la caminata a lo largo del Danubio.


Agujeros de bala
Un agujero de bala y mi mano






En el vídeo, una de las imágenes más conocidas del comienzo de la guerra: tanques yugoslavos destrozan un Zastava 750 (popularmente llamados fićo) que trataba de bloquear su paso ante los abucheos y protestas de la gente.


Carretera Vukovar-Osijek

La carretera entre Osijek y Vukovar estaba repleta de tanques y otros vehículos abandonados y destrozados por el conflicto. Allí todavía se puede observar este tanque que dejaron como recordatorio.


Vukovar
Pescador del Danubio. Al otro lado: Serbia.

Y llegamos al final de nuestro camino. La ciudad felizmente desconocida hasta principios de los 90 se encuentra a 35 kilómetros al sur de Osijek. A orillas del Danubio y en la frontera con Serbia, es el principal puerto fluvial de Croacia. Además de su industria, también era reconocida su patrimonio barroco y galerías de arte.


Una de las pequeñas barcazas que surcan el Danubio

Su nombre tiene origen húngaro -como tantos otros en la región- y significa la ciudad/fortaleza del río Vuka, ya que está en su desembocadura. Antes de la guerra tenía una de las poblaciones más mezcladas de la antigua Yugoslavia: 47% de croatas, 33% de serbios, además de importantes minorías históricas de alemanes, húngaros y ucranianos. La industria de la región atraía a gente de todas partes y su cota más alta se alcanzó en 1990 con 44.000 habitantes. En el último censo (2011) figuraban apenas 27.000. 

Las tensiones de la guerra acabaron estallando en la guerra y el ejército yugoslavo invadió esta parte de Croacia para formar una Gran Serbia. El conflicto fue especialmente duro aquí. Tres meses de asedio, miles de muertos y la única ciudad europea en ser completamente arrasada desde Estalingrado en la Segunda Guerra Mundial. Así quedó la ciudad después del asedio:


Veinte años después, todavía quedan muchos edificios por reconstruir o restaurar y las cicatrices de la guerra aún se ven en los edificios -por no hablar de la gente del lugar.


Palacio barroco en la plaza principal




Depósito de las aguas.
Hoy se ha convertido en el símbolo de la ciudad.
¡En la reconstrucción de Vukovar, juntos...!

Durante mi visita, se cumplían 19 años del final del asedio. Pero la Ciudad Heróica (como se la llama popularmente), no estaba de celebración. Al terminar los ataques, un grupo de paramilitares se metió en el hospital donde se curaban los heridos del combate. Podéis prever el resto.
Sótano del hospital

Víctimas de la masacre del hospital



El alto el fuego llegó en 1992, pero la ciudad no sería devuelta a Croacia hasta 1998. Desde entonces, y cada año Ulica Grada Vukovara (la calle de la ciudad de Vukovar) en Zagreb se llena de velas a lo largo de sus casi 5 kilómetros. Las fotos de abajo las saqué en noviembre de 2011, cuando se cumplían 20 años de la masacre. 


"Quiero a Vukovar. Los niños del jardín de infancia: Futuro" 
Vukovarska Ulica, Zagreb

Gente rezando en la calle Vukovar junto al teatro Lisinski

Lo cierto es que visitar Vukovar es una experiencia indescriptible y sobrecogedora. El turista de Croacia suele quedarse en las tranquilas y bellas playas dálmatas e istrianas. Croacia es algo más que las olas del Adriático y un plato de pescado fresco.

Esto también es Croacia y esta es su historia. 

lunes, 29 de abril de 2013

The Ghan: o cómo pasé 25 horas en un tren (Parte II).

(Para leer la parte uno, haz click aquí)

¡Que empiece el viaje...!
Y allí estaba yo en la Estación Parklands de Adelaida, con mi sombrero de cuero y mi  mochila llena de agua, snacks, ropa... y todas las cosas básicas que puedes necesitar en una semana en mitad del desierto australiano. Salimos de Adelaida a medio día, pero no llegaríamos a Alice Springs hasta 25 horas más tarde. El tren hacía 5 o 6 paradas a lo largo de sus 1500 kms, así que si calculáis la velocidad media... la verdad es que no iba tan rápido.

Saqué un sándwich de los que había preparado y lo disfruté de lo lindo con el paisaje de la ventanilla y la compañía de mi mono Marcelino y de la anciana vietnamita que tenía a mi lado ofreciéndome cacahuetes. ¡Qué maja! 

Más cacahuetes

El viaje fue lento pero fantástico... hablando con la atractiva mochilera estadounidense que tenía a mi espalda y el gracioso vejete a su lado. La señora vietnamita me ofreció más cacahuetes. Leí un libro y una revista que traía conmigo, exploré el tren... pero sobre todo disfruté del paisaje desde mi ventanilla. Fue cambiando del paisaje mediterráneo de Adelaida a los famosos viñedos de Australia Meridional, luego hacia un paisaje estepario para finalmente terminar en el desierto. Piedras, arena y plantas muertas hasta donde alcanzaba la vista. Impresionante.



Una de las últimas granjas antes de llegar al vacío Outback




La nada absoluta en cientos de kilómetros
Habían pasado ya diez horas y estaba anocheciendo. Para entonces yo ya había averiguado del inglés roto de mi compañera de viaje que su familia había huido de Vietnam al terminar la guerra y vivían en Australia desde entonces. No me supo decir nada más en inglés. Creo que notó mi frustración al tratar de comunicarme con ella sin suerte, así que para compensarlo me ofreció más cacahuetes. Supongo que era su manera de pedir perdón. La verdad es que empezaba a sentir los primeros síntomas de fatiga del viaje, me dolían las piernas y la espalda... el cuello también de girarme para hablar con los de atrás y estaba muerto de sed por tantos cacahuetes. Así que me puse a explorar el tren y llegué a una especie de vagón cafetería / sala de estar. Allí me tomé una coca-cola y me puse a leer un rato... pero se me sentó un hombre al lado y no paraba de leer mi libro por encima del hombro. La verdad es que era bastante raro, así que me levanté y volví a mi vagón, de donde no volví a salir.


Más nada cerca de Coober Pedy


Amanece, que no es poco
La noche fue larga, pero al menos mi ya maltrecho cuerpo pudo descansar unas cuantas horas. Me despertaron los primeros rayos de sol del lento amanecer del Outback.




Marcelino estirándose por la mañana

Ya en la mañana, la progresión del paisaje era nula. La nada: arena roja sólo interrumpida por algún que otro matojo se extendían hasta donde alcanzaba la vista. No había ningún asentamiento humano en cientos de kilómetros. Así llegamos a la frontera del estado de Australia Meridional con el Territorio del Norte, ya en las proximidades del Trópico de Capricornio. El paisaje ya no cambió, pero el aire por alguna razón parecía más denso de lo normal. 

Frontera entre Australia Meridional y el Territorio Septentrional Australiano

Bienvenido a Alice Springs
Quedaba ya poco tiempo de viaje, pero cuanto más nos aproximábamos a Alice Springs, el aire era más denso y nuestro campo de visión cada vez era más limitado. El fuerte viento había creado una tormenta de arena... Malas noticias: no podríamos respirar aire limpio. Hasta aquí todo normal, entra dentro de las ideas preconcebidas del desierto: un lugar seco, arenoso y bueno... ventoso de cuando en cuando.  


Dos vaquitas refugiándose de la arena tras un frondoso arbusto
Al cabo de un rato la visibilidad era prácticamente nula 

La cordillera McDowell, al otro lado nos esperaba Alice Springs

Lo que no nos esperábamos era la lluvia. No son muchos los días con lluvia en el centro de Australia, pero esta vez nos tocó. Empezó con unas cuantas gotas y continuó con un copioso jarreo. Al llegar a Alice Springs el panorama era espectacular. La Stuart Highway (único acceso por carretera hasta Alice Springs) estaba cortada por las inundaciones. El vendaval hizo lo propio con el tendido eléctrico y a pesar de la lluvia, todavía había gran cantidad de polvo en suspensión de la tormenta de arena previa. 

Vista de Alice Springs desde ANZAC Hill

El tiempo y la lluvia siguieron limpiando el aire
La antigua cárcel de Stuart Town, Alice Springs.

Así empezó mi semana en el desierto: en una ciudad embarrada, con el aire lleno de arena, aislada por carretera, sin electricidad y con todos los negocios cerrados por el apagón.Como dijo el señor Edward Murphy: "Si algo puede salir mal, saldrá mal".  Afortunadamente la mala suerte se revirtió y a pesar del desafortunado comienzo, se convirtió en una de las mejores semanas de mi vida. 

El viaje del Ghan es lento y tortuoso. No es barato y todo aquél que tenga dos dedos de frente te recomendará volar hasta Alice Springs. Sin embargo... si tenéis tiempo y cuerpo para ello, os recomiendo la experiencia. Me lo agradeceréis a la vuelta, si antes no os acordáis de toda mi familia. 

En la próxima entrada hablaré del día que estuve en 5 países diferentes.

sábado, 20 de abril de 2013

The Ghan: o cómo pasé 25 horas en un tren (Parte I).

Un buen día de septiembre en Sydney...
y mientras la primavera austral florecía, me enteré de que la essay week era en un par de semanas y no tenía plan. Estando en las antípodas, obviamente no me iba a quedar en casa haciendo trabajos. ¡Ahm! Para los nuevos, essay week es la semana que dan de vacaciones en las universidades del mundo anglosajón para que te pongas al día con las tareas de clase.

Mi primera opción por la relativa poca distancia y motivos familiares fue coger un vuelo a Honiara, capital de las Islas Salomón, que descubriera mi tatara-etc.-tatarabuelo Álvaro de Mendaña allá por el año 1568 mientras buscaba la Terra Australis Ignota que nunca encontró. 

Santa Cruz/ Nendo Island (Solomon Is.), where Álvaro de Mendaña died

Fue una verdadera lástima que solo el vuelo de ida y vuelta costara 600€. Así que tuve que buscar otra opción: explorar el Outback Australiano.

Parada hidráulica en Adelaida
Muy pronto aquella mañana cogí el primer avión con rumbo a Adelaida. En el mapa de Australia parece que está relativamente cerca, pero unos 1300 kilómetros separan a la capital de Australia Meridional de Sydney. Tenía unas 4-5 horas libres, así que me di una vuelta por el centro de la ciudad... parada hidráulica (soltar y reponer líquidos), comprar vituallas, hacer algo de turismo y  de vuelta a la estación de tren.

La ciudad de Adelaida vista desde el avión. Se puede apreciar el anillo de parques que rodea la milla cuadrada del centro histórico. 

Como podéis ver en la foto, Adelaida es una ciudad planificada y fue completamente diseñada por el Coronel William Light en 1837 (año en el que se fundó la colonia de Australia Meridional). Sin embargo, y a pesar de ser una ciudad planificada, Adelaida brilla con una luz propia y no es una ciudad fría, incoherente y -de algún modo- demasiado racionalizada como... digamos... Canberra.


Chinatown y la catedral católica de San Francisco Javier

El Ayuntamiento

Mi compañero de viaje Marcelino colgando de un árbol en Victoria Square

¿Y qué es eso del Ghan?
A eso voy. Si eres un amante de los trenes, seguramente hayas oído hablar del Ghan. Es una línea férrea comparable en lujo al Blue Train de Sudáfrica, al ya extinto Orient Express o al también australiano Indian Pacific.

El plan original era conectar la costa norte y sur de Australia y crear una línea fácil de suministros para Alice Springs -esa estación de telégrafos y posterior ciudad- en el centro del continente australiano. Adelaida se conectó con Alice Springs en 1929 (pero incluso en aquella época, los últimos kilómetros se hacían en caravanas de camellos afganos). La conexión hasta Darwin tuvo que esperar hasta el año 2001.

El nombre The Ghan proviene del mote que le pusieron los locales: The Afghan Express (El Express Afgano). Cientos de afganos, acostumbrados a la vida del desierto fueron contratados para la construcción del ferrocarril. Mientras se iban completando las obras, ellos hacían también el traslado de pasajeros y bienes en sus caravanas de camellos... que cuando ya no fueron necesitados, los abandonaron a su suerte en el desierto australiano. Eso explica la cantidad de camellos salvajes en el interior del continente.

El tren en sí mismo es impresionante. Es imposible virtualmente imposible ver el sinnúmero de vagones si no es desde una distancia considerable. Para viajar puedes alquilar un vagón entero para ti... o puedes viajar en la Clase Platino (un camarote en-suite con servicio de habitaciones y que ocupa medio vagón). Si no andas bien de efectivo, la Clase Oro no está mal si no te importa compartir compartimento con otras dos personas. En mi caso... yo viajé en la Clase Canguro Rojo. Y no, eso no era un chiste.

Mi vagón en el amanecer del segundo día

¡Que empiece el viaje...! (continuará)